zaandij después castillo olite

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jueves, 5 de enero de 2012

Articulo publicado en la Revista "Cartagena Histórica" nº2 
por Luis Miguel Pérez Adán



Algo se ha escrito y estudiado sobre el hundimiento del Castillo de Olite, lo conocemos en su proceso, formando parte de aquellos confusos días que precipitaron el final de la Guerra Civil, sin duda no ha merecido la importancia real que la muerte de 1500 hombres pueda tener, cierto que estamos en una guerra, y en ella la muerte es casi lo cotidiano, pero aquí no es la muerte de unos soldados en combate, es más, la forma tan absurda de morir por nada y para nada.

Culpables, claro que existen, víctimas muchas pero lo que se desprende de todo este incidente es un ''tufillo'' de desorganización, improvisación e incompetencia que misteriosamente no aparece reflejado por ningún sitio como un error militar, ni asumido por quien era su creador y responsable, el vencedor de esta Guerra.

De poco sirvieron a los que murieron aquella brumosa mañana cerca de la isla de Escombreras los homenajes póstumos y la pantomima de concesión de la Laureada de San Fernando, que por cierto nunca les fue concedida, si después fueron condenados al olvido oficial, como algo que molesta y es necesario arrinconar, y aún menos les sirvió aquellos que dispararon sobre el infortunado barco, en su decadente derrota, todo había acabado y esto nos supondría ninguna gran victoria que celebrar sobre el enemigo.

Escasas veces nos encontraremos ante una realidad como ésta, una serie de despropósitos encadenados entre sí conducirían a la mayor tragedia marítima ocurrida en nuestras costas en todos los tiempos, errores, desatinos y burradas que llevaron a la muerte a los hombres que embarcaron a bordo del Castillo de Olite.

El hundimiento del buque de transporte nacional Castillo de Olite por las baterías republicanas frente a las costas de Cartagena, el 7 de marzo de 1939, constituye uno de los episodios más oscuros y menos conocidos ocurridos durante La Guerra Civil Española.

La coyuntura histórica

Nos encontramos en plena fase final de la guerra (diciembre 1938-abril 1939), Franco ordenó a sus fuerzas la invasión de Cataluña, la liquidación del sector centro-oriental republicano era cuestión de días, solo la zona Centro-Sur quedaba en manos de una República sin capacidad ni voluntad de defensa, desmoralizada y sumergida en luchas internas.

Frente a la insuficiente resistencia por el gobierno y los comunistas, -un golpe de estado iniciado en Madrid y la sublevación de la base naval de Cartagena- el destino de la República estaba llegando a su fin, solo un hipotético y último intento de resistencia que alargara unos meses más la guerra, con la esperanza de una internacionalización del conflicto en la más que anunciada II Guerra Mundial, podría frenar la desaparición de la España Republicana. Franco lo sabía y por eso no dudó un instante, conocida la sublevación de Cartagena y la petición de ayuda de estos sublevados, en organizar el envío inmediato de tropas a esta ciudad en cuyo puerto aún estaba atracada la todavía importante flota republicana, la última baza que podía jugar la República, si Cartagena era tomada la Guerra estaría prácticamente terminada.

Con este fin se preparó una operación de desembarco sin precedentes hasta la fecha, cerca de una treintena de barcos entre transportes y buques de guerra que debían trasladar a más de 20000 hombres, salieron desde Castellón y Málaga en dirección a Cartagena, con apenas 48 horas de preparación en una misión arriesgada y muy peligrosa en la que los barcos repletos de tropas deberían atravesar una zona de más de 150 millas de costa enemiga, sin protección alguna, cada barco por su cuenta y sin saber realmente qué era lo que les esperaba en la bocana del puerto de Cartagena.

El criterio de esta operación era sacrificar la seguridad a la rapidez, el resultado no fue otro que una tragedia, una más de la guerra, pero quizás ésta fue la más innecesaria de todas, Cartagena no pudo ser tomada, la sublevación no pudo resistir hasta la llegada de las tropas enviadas por Franco, la Brigada 206 integrada por comunistas había reconquistado la ciudad, y aunque no llegaron a tiempo de evitar la huida de la flota hacia las costas argelinas, sí se pudieron tomar algunas de la baterías de costa sublevadas y evitar el desembarco.

Los barcos regresaron a sus puntos de partida, todos no, uno de ellos el Castillo de Olite nunca regresó, fue hundido por el impacto de un cañonazo de la batería de costa ''La Parajola'', su cargamento, cerca de 2000 hombres sufrirían la mayor tragedia naval en número de víctimas en toda la historia de nuestro país, de los 2112 hombres embarcados en el Olite 1476 morirán, 342 serán heridos y 294 hechos prisioneros.

Solamente 25 días después terminaría la Guerra, los vencedores no podían asumir un fracaso tan costoso en vidas de hombres que habían combatido toda la guerra y casi en todos los frentes y que en cualquier caso no merecían este final, para algo que no sirvió de nada, por eso se guardó un significativo silencio de este fracaso organizativo, en donde la disparidad de criterios en el mando de la dirección de esta operación había provocado que no se advirtiera al Castillo de Olite, que la sublevación en Cartagena había fracasado y que el desembarco ya no era posible.

Muy poco se ha hablado, escrito o comentado de quiénes estaban en la batería de ''La Parajola'' aquella mañana, quién los mandaba, cuál fue el impulso que los motivó a actuar de esa manera y no de otra, si estaban presionados por algo o por alguien, si pudieron decidir en los acontecimientos o estos les sobrepasaron.

El barco, ese ataúd flotante, ¿qué pudo hacer para evitar su triste final? Quien lo capitaneaba, fue el responsable de no advertir el peligro que corría, desobedeciendo las órdenes y conduciendo al matadero a cientos de hombres, y los embarcados, realmente merecían un final tan absurdo y cruel después de casi cuatro años de lucha tras lucha en todos los frentes de la Guerra y por último quién permitió una operación como esta, nadie valoró cuál era el verdadero peligro, nadie intuyó lo que podía ocurrir, ¿era asumible tal riesgo?

Los hechos están aquí y los protagonistas también pongámonos a relacionarlos y veamos cómo se desarrollaron, las consideraciones y las conclusiones vendrán por sí solas, en historia como en tantas otras cosas es difícil ponerse de acuerdo, pero el conocer los perfiles de sus protagonistas nos ayudarán a comprender algo de lo que verdaderamente ocurrió.

El barco

El Castillo de Olite fue uno más de los barcos mercantes capturados durante la Guerra Civil Española, engrosó las listas de capturas declaradas ''buena presa'' que en ambos bandos utilizaron a lo largo de toda la guerra.

En este caso la captura correspondió al bando nacional, con ello se pretendía asfixiar el tráfico enemigo, este hostigamiento tuvo lugar desde los primeros días del conflicto. Las capturas de los buques mercantes no solo se reducían a los propios barcos españoles sino que abarcaron también a los extranjeros que por la circunstancia de su captura (cargamento, destino, situación, etc.) eran declarados buena presa.

La Marina Mercante tuvo un papel muy significativo durante la Guerra Civil, ambos bandos basaban su esfuerzo bélico gracias a los suministros que llegaban por mar.

ZANNDIJK, AKEDEMIK PAULO, ZWATERWATER, POSTISHEV, CASTILLO DE OLITE distintos nombres para un mismo barco (1921-1939)

Este buque fue construido en el año 1921 en los astilleros de Rotterdam Droog (Holanda). En este puerto, el mayor del mundo, la construcción de este tipo de barcos se realizaba masivamente y de manera rápida, eran construidos en serie y todos respondían a un mismo modelo.

Presenta una línea clásica de barco holandés muy típica en los años veinte, silueta estilizada, arboladura y branque rectos, la popa de clíper en espejo, aparejo de dos palos con una sola chimenea, en líneas generales se trataba de un buque muy bien pertrechado.

Zanndijk: (1921-1929) fue su primer nombre, lo adquirió una importante naviera holandesa la ''Solleveld Van der Meer & T.H. Van Hattum'', que lo destinó al transporte de mercancías en su línea con Java y Sumatra.
Akedemik Paulo: (1929-1932) a finales de los años veinte fue vendido a otra compañía que le puso este nombre, aunque desconocemos más datos de este periodo.
Zwaterwater: (1932-1936) bajo esta nueva denominación perteneció desde su compra en 1932 por otra importante naviera holandesa ''Nederlandsch Lloyd'' hasta su venta a la Unión Soviética.
Postishev: (1936-1938) bajo pabellón soviético y con este nuevo nombre surcará de nuevo el mar este barco en 1936. La Unión Soviética había puesto en marcha por aquellas fechas su primer plan de reordenación económica lo que le permitió la compra de centenares de barcos a otros países, el ponerle este nombre al barco era en homenaje a un político comunista Ucraniano.
Castillo de Olite: (1938-1939) en su última época este barco enarboló la bandera bicolor española, han pasado 18 años desde su botadura, para un barco de estas características no es mucho tiempo y a pesar de haber tenido una vida bastante cambiante se encuentra todavía en buenas condiciones y si se compara con los otros buques capturados, sin duda estaba en mejor estado que la mayoría.

Esto quizás rompa con la idea que otros investigadores han tenido de que cuando el Olite desaparece trágicamente en Cartagena, este se trataba de un buque viejo y destartalado, como si se quisiera justificar con ello su candidatura a un siniestro final, pero no más lejos de la realidad; analizando las características de este barco y obviando otras consideraciones al margen de esto, se comprende que la propia condición del barco nada tuvo que ver con su final destino.

Localización

La batería de ''La Parajola'' está situada en las inmediaciones de La Algameca Grande, al suroeste de la ensenada de Cartagena a una distancia de 4 km en línea recta de la ciudad, en el segundo saliente hacia el mar, a una cota media de 164,46 metros y a media ladera de la loma de su mismo nombre.

El cerro donde se sitúa es rocoso consecuencia de su contexto geológico, ocupa el extremo oriental del eje que forma la cordillera Bética y que desaparece en el Mediterráneo por Cabo de Palos, desde esta posición se domina la entrada al puerto de Cartagena y también la isla de Escombreras, donde fue hundido el Olite, presenta todo una línea de relieve abrupto impuesto por los afloramientos carbonatados alpujarridos replegados.

Formando parte de un cojunto: El cinturón defensivo
   
''La Parajola'' formaba parte del cinturón defensivo de Cartagena; con baterías construidas en 1926 y artilladas con piezas Vickers de 38,1 y 152,4/50 cm, protegidas por baterías antiaéreas de 105 cm, con un alcance de 35000 y 21000 metros y las antiaéreas de 7000 metros, desplegadas a lo largo de toda la costa Cartagenera desde Cabo Tiñoso a Cabo Negrete, constituían un escudo defensivo sobre Cartagena y su Base de más de 35000 metros.

Estaba artillada con cuatro cañones de costa Vickers de 152,4/50 cm (seis pulgadas) modelo 1923 colocados a barbeta con un sistema de dirección de tiro compuesto por un Alza Directora Vickers y telémetro Barr-Stround de coincidencia con base horizontal.

Estos cañones podían tirar en un sector marítimo de 123 grados, correspondientes al sector existente entre el Cabo Tiñoso y Cabo del Agua. Podían disparar en 10 grados de depresión y 35 de elevación, con un sector muerto de 2000 metros.

Batería ''La Parajola''
También podían desarrollar acción de tiro sobre un frente terrestre aproximado de 23 Km.

Como el resto de las baterías que defendían Cartagena, presenta una arquitectura en todas sus instalaciones de estilo ''historicista'' llena de recursos modernistas buscando motivos decorativos inspirados en momentos históricos y culturas pasadas muy en la línea de la época de su construcción principios de siglo XX.

Situación actual

El cinturón defensivo cartagenero constituye en la actualidad uno de los atractivos más significativos de la ciudad; aunque ya no tienen utilidad militar el propio estilo de construcción de estas baterías son un referente hoy día que esperan su oportunidad para ser explotadas turísticamente.

En el caso de ''La Parajola'' la inspiración de sus edificaciones la encontramos en la mitología egipcia, tanto en las fachadas de los repuestos y municionamiento de las piezas, y en la entrada con sus columnas.

Los servidores de la batería
Componentes


La dotación de la batería ''La Parajola'' durante la Guerra Civil estaba formada por 3 oficiales (un capitán y dos tenientes), 6 sargentos, 10 cabos, 1 corneta y 95 artilleros todos pertenecientes al Regimiento de Artillería de Costa N.º 3.

El 18 de julio de 1936 este Regimiento al igual que todas las unidades militares de Cartagena permanecieron leales al gobierno, lo que permitió que esta base naval se convirtiera en la única que se encontraba bajo bandera republicana, la defensa de la misma y de su flota estuvo en gran medida encomendada al Regimiento de Artillería de Costa n.º 3.

Intervenciones

El Regimiento tuvo numerosas intervenciones durante la Guerra Civil sobre todo en la lucha antiaérea, Cartagena fue una de las ciudades más bombardeada de todo el conflicto, más de un centenar de bombardeos tuvo que soportar durante los años que duró la guerra.

Otros hechos en donde se intervino fue en las acciones sobre barcos nacionales como el crucero Canarias y sobre algún submarino que en más de una ocasión se acercaron peligrosamente a la costa, pero sin duda el incidente más significativo será el disparo de ''La Parajola'' sobre el Olite.

El regimiento de Artillería de costa nº 3 y el Olite

Durante los sucesos acaecidos en Cartagena los días 4, 5, 6 y 7 de marzo de 1939, en donde una sublevación había conseguido poner a todas las baterías de costa a favor del bando nacional, y con la salida de la flota republicana, las condiciones para un desembarco en Cartagena se hacía posible, mientras las baterías permanecieran sin intervenir, el desembarco se podría efectuar sin problemas, así debió de ser, pero el 6 de marzo de 1939 la situación de la ciudad cambiará, los sublevados que habían dominado los puntos estratégicos, incluidas las baterías, no resistieron la llegada de la Brigada 206, que en poco tiempo reconquista casi toda la ciudad, estableciendo de nuevo la autoridad del entonces débil gobierno republicano, aun cuando las mayor parte de la baterías siguen en poder de los sublevados en los días siguientes, ''La Parajola'', la más cercana a la ciudad, es tomada por estas fuerzas en una operación realizada por unos comandos de la brigada que se hacen con el control de la misma sin apenas resistencia por parte de los artilleros, que ante la falta incluso de armas ligeras se entregan sin oposición.

Una vez conocida la toma de ''La Parajola'' las demás baterías inician contra ella un bombardeo continuado, sobre todo la Batería de Aguilones con la intención de su total destrucción y evitar con ello que esta pudiera intervenir impidiendo la llegada del convoy nacional a Cartagena en auxilio de los sublevados.

Cuando en la mañana del día 7 de marzo el Castillo de Olite enfiló la dársena del puerto de Cartagena, pocos de sus tripulantes podían imaginar lo que el destino les aguardaba minutos después, ajenos a su propia tragedia se sentían alegres e impacientes por desembarcar, la naturaleza de las tropas a bordo de este barco estaba formada por oficiales y tropas en su mayoría muy veteranas y que habían pasado por innumerables peligros pero hasta este momento conservaban lo más preciado, su vida.

Una de las dudas surgidas por los servidores de la batería antes del disparo era el reconocimiento de quiénes eran los que a bordo de ese buque venían hacia Cartagena, incluso se llegó a decir que se trataban de tropas no constituidas por españoles sino que eran italianos y tropas moras, pero en realidad se trataban en su inmensa mayoría de soldados gallegos.

Realmente es difícil poder establecer el número exacto de tropas embarcadas en cada barco, la desorganización debió ser la tónica general en la preparación de este operativo, teniendo en cuenta que lo prioritario era la rapidez sobre cualquier otro argumento incluida la seguridad de los que embarcaban.

Un caos contínuo

El embarque empezó en la tarde del día 5 de un modo rápido y normal, las tropas embarcaban a medida que iban atracando los barcos, era tanta la premura que se recibió la orden urgentísima de salir tan pronto estuvieran dispuestos los barcos, sin esperar al embarque total de la División. A las 0 horas del día 6 partió el primer barco del puerto del Grao de Castellón hacia Cartagena, las fuerzas se distribuyeron en los distintos barcos, El Castillo de Olite tuvo que esperar a que se vaciara parte de la carga de sus bodegas, consistente en fardos de tablillas de madera para hacer cajas para naranjas, esta operación terminó sobre las 10 horas del día 6 de marzo, y enseguida comenzó el embarque de las tropas asignadas.

Sirva lo anteriormente expuesto como presentación de los que protagonizaron en primera persona los hechos que ahora comentamos, pero al margen de sus consideraciones personales, existen unas causas que conjuntamente hicieron posible aquella tragedia, causas evitables todas ellas, el presente artículo solo pretende ser un anticipo de lo que próximamente aparecerá publicado y que reflejará como causas que provocaron, primero el no poder desembarcar en Cartagena y segundo lugar el hundimiento del Olite.

1.- Error en la preparación y planteamiento del desembarco en Cartagena; cuando en una guerra de vencidos y vencedores estos últimos no pueden asumir ningún error porque todo aquello que haya influido en la victoria es considerado como acierto, el reconocimiento de la muerte inútil de 1500 hombres se intenta minimizar y olvidar, pero esto no es más que el resultado de una mala planificación con escasa información de lo que podía ocurrir. No se valoraron los peligros que suponía mandar a unos millares de hombres a un desembarco en tales condiciones y sin las precauciones mínimas, todavía se tuvo suerte que el único barco hundido en aquellas circunstancias fuera el Olite solamente, el resumen de todo aquello puede estar en las declaraciones de un superviviente que declararía ''nos mandaron a un matadero''.

2.- Falta de información de lo que está ocurriendo realmente en la Base naval de Cartagena, pese a la insistencia de los sublevados de que el control de las defensas de la ciudad y de lo que era más importante de sus baterías de costa estaba garantizado, lo que después se demostró que era falso, le costó el hundimiento al Olite.
3.- El tiempo, se debía actuar con máxima urgencia, la sublevación fue débil y confusa desde el principio, necesitaba, por ello, ser reforzada inmediatamente, lo que provocó que el convoy fuera mal organizado, precipitadamente y sobre todo, que se fueran enviando hacia Cartagena, los vapores según se iban llenando de tropas, sin protección incluso sin radios, en peligro constante de ser atacados por aviones, submarinos y hasta por barcos de superficie, dado que navegaban frente a costas hostiles; y la Flota Republicana que, habiendo huido hacia Argelia, en cualquier momento podría haber dado rápidamente marcha atrás.
4.- Falta de comunicación, parece increíble que un barco navegue solo, sin radio y sin noticias hasta su trágico final, sin que nada ni nadie lo hubiera podido impedir.

5.- Disparidad de criterios a la hora de la organización y desarrollo de esta operación, mantenida por los mandos nacionales, en donde no se sabía bien quién daba las órdenes, e incluso muchas de estas fueron contradictorias o confusas entre el Cuartel General de Franco, el almirante Jefe de la fuerza de Bloqueo y el Almirante Jefe del Estado Mayor de la Armada, lo que provocó que la Orden de operaciones, fuera extremadamente confusa, breve y carente de precisión suficiente para evitar, como desgraciadamente ocurrió, que los buques se arriesgaran a acercase a Cartagena, no haciéndoles mención alguna de las baterías de costa.

Por tanto, la falta de instrucciones precisas con la que los barcos salieron a la mar fueron más que evidentes.

















Luis Miguel Pérez Adán

Revista Cartagena histórica, nº 2

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